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En esta oportunidad “nos tomaremos” una licencia para recordar mezclas de vivencias personales con el mundo de la música y sus líricas Tras una salida de tiempos aquellos o un “tour de bares”, el cual nos ofrecía un amplio abanico de opciones a visitar aquí en temuquito querido, nos llegó la inspiración para realizar esta columna dedicada a la antaña bohemia local y de pasada recomendar alguna obra maestra en las que se cuentan experiencias varias en el arte chupistico o lisa y llanamente “caídas al litro”.

Sin duda alguna podríamos escribir un best seller respecto a este tema pero la idea no es quedar feo ni menos cagarnos solos, así es que seremos breves y nos lo tomaremos al seco.

Todo comenzaba con una escena que presenciamos por allá en la segunda mitad del 2000 , o 2010 ya lo olvidamos, pero ocurrió a las afueras de la recordada ‘meca’ universitaria del webeo, el recordado Plan B, mientras disfrutabamos del buqué de un buen cigarrette escuchando a Bunbury al interior de nuestro sartén con teflón (como le llamaban por ahí), y esta escena era como el epílogo de una de estas historias de bares (quizás) para los protagonistas quienes comenzaban un nuevo recorrido en la vida.

Fue simpático ver como un vehículo se detenía frente a dicho bar y desde su interior bajaba raudamente una pareja de novios, con velo y ramo para fotografiarse en el local en el cual se conocieron (lindo no?) para inmediatamente con la misma velocidad subirse al carro nupcial dejando atrás dicho antro y perderse en un horizonte prometedor (el sueño de todo recién casado). Es esta situación la que provocó el escribir un par de líneas en este racconto; el recordar a todas aquellas personas con quienes brindamos, jurábamos amor y amistad eterna – “que si te tiras del puente yo te aperro, pero tirate tu primero” “eres la mujer mas bella que he visto”…en los últimos 5 minutos, mirándola con un solo ojo, o “weooooon tanto tiempo sin saber de ti, no te he llamado por que se me perdió tu numero” o en ese momento “mañana te agrego a Facebook”, para no pescarlo ni en bajada en el chat.

Las ofertas eran muchas en este Temuco desde lo mas TOP en Avda. Alemania hasta bares de mala muerte que albergan a personajes ilustres de la fauna local. No obstante, nos enfocaremos en los llamados restobares o bares universitarios los cuales para dicho ingreso pedían (probablemente en la actualidad igual) inexplicablemente credencial universitaria ¿? Eso es algo que siempre nos intrigó, entendiendose que todos los locales se reservan el derecho de admisión, pero es que acaso ¿no conocían la palabra criterio?, además de poner a tipos que venían recién bajándose del árbol para tratar con público con un nivel de intransigencia sorprendente.

En muchos casos ‘skinheads’ como guardias, algo que recordaba a los Rollings Stones encargándoles la seguridad del mítico festival en Altamont en 1969 a los Hells Angels, con resultado de una cagada masiva y 4 muertos. El tema es que estos tipos no entendían razones del por qué no se portaba credencial alguna para ingresar, en ciertos casos, llegando al punto de enfrascarse en discusiones como en una que recordamos preguntarles si acaso saldríamos con un nivel académico mayor si entrabamos con dicha credencial…bueno la verdad nuestras palabras fueron “que chucha acaso hacen clases dentro de tu weá?????” obviamente no ingresamos esa noche, aunque lo mas curioso es que en días de poco flujo universitario (público selecto que webeaba 4 horas con 2 bálticas) eramos ilustres invitados.

Lo insólito es que en épocas en que se producía el éxodo masivo de estudiantes ya sea invierno o verano, estos mismos tipos te atendían amablemente y con alfombra roja para que uno disfrutara de su entretención y diversidad de brebajes JAAAAAAAAA. En fin “business are business”, igual sus ofertas wenas como las chelas a luka hasta las 10 de la noche. Nos mareaban para luego darnos el tiro de gracia con el “garrotazo” a 1600 la Pilsen mas rasca, total a esa hora ya no dolía para el que podía solventar unas botellitas más, sobre todo si había un objetivo en cuenta, y es en este ítem donde hay que tener PRECAUCIÓN ABSOLUTA, debido a que son reiteradas las historias de casos en que la inversión la hace uno y las ganancias se las lleva otro, creemos ser claro.

Es en ese instante donde nos acordamos de todas esas canciones que representan nuestro estado transitorio vinculado a frustraciones, peladas de cable, metidas de pata, a veces de medio cuerpo, que al recordarlas al segundo o tercer día desearíamos que la pachamama abriera la tierra y nos tragara con chuteadores y todo (mencionamos chuteadores ya que estaban de moda los cagasos futbolístico etílicos) aferrandonos a nuestros héroes musicales quienes en sus composiciones celestiales nos recuerdan que dichos tropezones son nada mas que pruebas que nos pone San Sebastián para hacernos más fuertes en este difícil y competitivo camino de la vida.

La idea no es pelar o sacar roncha alguna, más bien, es vivir un poco de nostalgia evocando momentos inolvidables, como los mejores años del viejo, recordado y aun vigente ‘Che Carlitos’ en gloria y majestad. En tiempos de verano con su gran patio; las rudas y distorsionadas noches del punto de encuentro metalero en Temuco, ahí nomás, en ‘El Fozo’, primero en el triángulo de la muerte junto a ‘Barbudos’, ‘Calaboca’ e irónicamente a un costado del CONACE, hoy creemos que era Conace el que estaba mal ubicado, ya que al costado derecho se encontraba uno de los locales con mayor afluencia de público en Temuco.

Aún recordamos esas inmensas filas para ingresar cada viernes y sábado como de vuelta a los tiempos de la UP, solo que las filas aquí eran para pasarlo bien. Quién no pasó un año nuevo con banda y todo en la recordada ‘CONSTRUCTORA´, rancia a cagar, pero eso no importaba a la hora de conocer gente nueva.

Muchos son los locales que nos han brindado momentos inolvidables en nuestras vidas: Clandestino, El Infierno, con balazos y todo; El Híbrido, La Perrera, Barparaiso, El Encuentro, muchos, muchos litros de historia, y por supuesto un lugar de culto en Temuco, uno al que había que entrar de espaldas, ‘DON MOISE’.

Para cerrar esta crónica de problemas crónicos una rolita que en más de alguna oportunidad hicimos nuestro himno etílico para esas noches…DE ALCOHOL Y BARES.

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