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Brain Damage se presentó en Dreams Temuco en el marco de su gira “History Tour 2024”

Suena pretencioso o soñador, sin embargo la sensación que queda luego de escuchar, y ver la propuesta de Brain Damage sobre el escenario logra abrigar ese sentimiento de cercanía con la leyenda inglesa, la que escribieron letra a letra Sid Barret, Roger Waters, Richard Wright, Nick Mason y David Gilmour en los, hoy para las nuevas generaciones, míticos PINK FLOYD.

El reloj cruzaba el surco de las 21 horas y el salón Villarrica de Dreams Temuco ya recibía a los asistentes sedientos de historia, música y viajes astrales asegurados por la más reconocida banda tributo de los londinenses en Sudamérica. Es precisamente tras una breve introducción, que por ahí no hubiese estado de más haberla prescindido, comienza el espectáculo al puro estilo Floyd.

Luces, relatos y un repaso breve por éxitos envasados dan pie al los primeros acordes de Astronomy Domine del ‘The Piper At The Gates Of Dawn’ del disco debut del 67. De allí en más el viaje por los sentidos profundos del ser humano se iniciaba, viaje que nos detenía en distintas estaciones; Lucifer Sam, Dogs, Time y transbordos siderales como en aquellos golpes de timón que los Damage daban en cada una de sus envestidas.

Emociones variadas eran las que se podían experimentar y apreciar en cada uno de los pasajeros de este viaje, quienes se deleitaban con las seis cuerdas de Matías Lobo, siempre en clave Gilmour, acompañado del talento progresivo de Vicente Davila al bajo, Francisco Vasquez al teclado, y la por momentos locomotora de Marcelo Segovia en los tambores.

Llegaba en un momento sorpresivo, para muchos temprano, desde las tierras de OZ el tornado vocal de The Great Gig in the Sky del mágico ‘The Dark Side of the Moon’ del 73, aquí con las armonías perfectas de las tres divas de los Damage, cada una rindiendo tributo respetuoso a la eterna Clare Torry.

De allí en más se desata la efervescencia de un conjunto generacional presente en el auditorio; grandes, chicos y más grandes disfrutaron la tromba que llegaba una tras otra con la fuerza de Another Brick in The Wall, The Happiest Days of Our Lives, Money, la solemne Wish You Were Here y el mazazo final que te dejaba plácidamente complacido con Comfortably Numb (entre muchas otras).
Caía el telón, se encendían las luces pero antes, la ovación indiscutida para la mejor banda tributo en Sudamérica de Pink Floyd, Brain Damage, y son chilenos.

Pablo Chávez Bastidas, Sonata.

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