El escandinavo desató la furia de sus seis cuerdas en una noche llena de nostalgia
Quizás el título te suene exagerado, tal vez, pero si no estuviste allí no podrás contradecirlo, puesto que la energía que se dejó sentir la noche del viernes 12 de julio en el Centro Cultural de Padre las Casas haría derretir cualquier escarcha que muy temprano ya amenazaba en la zona.
Tal como lo hicimos en Valdivia, nos plantamos en el lugar con las expectativas de una gran noche, de aquellas que poco se dan en Temuco (y su comuna aledaña), pero que dejan la sensación que eso cambiará gracias al trabajo que realizan productoras, como en este caso Killer Producciones, responsables de traer a Timo Tolkki a La Araucanía.
Poco a poco llegaban los más ansiosos y sedientos de una buena dosis de power metal, muchos de ellos cargados a las emociones por estar frente a uno que les enseñó el camino del heavy, gracias a discos como ‘Episode’, ‘Visions’, ‘Destiny’ o para los más fans, la joya ‘Dreamspace’ con Timo a las voces.
Es así como a eso de las 8 de la noche, la fría jornada comenzaba a tomar temperatura con los primeros acordes de la banda telonera, y no era cualquier banda. Los pioneros del heavy en Temuco, desde el mismísimo Atolón del metal hasta las narices de los del otro lado de las murallas del sueño, Cuervo, daba el primer batacazo de la noche con lo mejor de su trayectoria.
Jorge Arancibia y Miguel Espinoza, los inmortales de la banda, junto a los demás integrantes dejaban en claro por qué son la banda que son, y que han perdurado a través de los años con clásicos imperecederos como “Lluvias de Sangre”, “Traición del destino” o “Dimensión sin realidad”. Con un show redondo la banda dejó el ambiente encendido y de paso mostró parte de lo que será su presentación en septiembre junto a los norteamericanos Riot V.
Tras el primer combo de la noche las rojas cortinas del escenario se cerraban para, luego de una nerviosa espera, abrirse junto a la música ambiente que daba paso a la arrolladora obertura de “Speed of light”. Allí estaba, presente, frente a los maravillados rostros de cientos de adultos con cara de niños y ojos cristalinos que veían la imponente figura del gran Timo Tolkki.
El fundador de Stratovarius con su Ibanez en mano hacía patente de su calidad técnica y completa vigencia en el mundo del power metal. “Distant skyes”, “Paradise”, “Twilight symphony” y “Eternity” hacían estallar la cabeza de los de la primera fila, quienes disfrutaban a más no poder unos eternos que la banda chilena soporte ejecutaba de manera sorprendente que hacían por momento pensar que estábamos ante los originales: Visions fue la elegida por el maestro, y no se equivocó, qué calidad de músicos (mención aparte para el registro Kotipelto de su vocalista)
Después este primer “momento” Tolkki dialogó (en un español ajustado) con el público para posteriormente bajar un par de cambios con el clásico de Presley “Can´t help falling in love” y repetir una constante en su gira, como es la de subir al escenario a parejas en plano cupido de las tierras del hielo.
Posterior a la calma todo volvía a la carga con el medio tiempo del Destiny, “4000 Rainy Nights” el que daba paso a la locura y cátedra de cómo sacarle fuego a la guitarra con el huracán categoría 5 llamado “Stratosphere”, canción que le volaría las blinblines al mismísimo Yngwie.
Un par de clásicos más como “Dust in the wind” (Kansas), la apacible “Forever”, un intento de “Eye of the tiger” (Surviver) y el cierre cantado con “Black diamond” bajaban el telón de una noche mágica, que transportó a los, más que satisfechos asistentes, directamente a su adolescencia y a los años dorados de Timo Tolkki…uno más que deja su huella en las tierras del Ñielol.
PABLO CHÁVEZ BASTIDAS