Tal vez el título sea pretencioso, sin embargo se trata de una retórica que viaja en el tiempo
Vivimos en una época explosiva de grandes eventos en el país, en la que semana a semana nos invaden los “pronto nuevo anuncio”, para referirse a la visita a Chile de alguna banda extranjera o de algún mega festival. Algo que, dicho sea de paso, viene aderezado por un considerable precio de entrada (algo a analizar ante la alta oferta y cada vez mas empobrecida demanda).
Más allá del comentario previo, nos queremos dirigir a lo minimalista, a lo de menos es más, a viajar en el tiempo y regresar a esa época de las aguerridas tocatas en nuestro Temuco. Esas en que sudor a sudor se dejaba el alma en antros como El Fozo, Híbrido, Che Carlos, Infierno, Sótano y tantos abernos en el que nos refugiábamos cada semana para una buena dosis de rock y metal con las bandas del momento.
Ese fue el sentimiento que, al menos los de Temuco, experimentamos en el anunciado Metal Reunión Temuco III. Evento que reunía a poderosas bandas de la escena actual nacional, cuyos nombres y puesta en escena representaban la esencia del rock, ir directos, con energía y autenticidad; sin egos innecesarios ni creyéndose la meca del Sunset Strip, solamente metal y del bueno.
Tras unos movimientos de piezas en el staff de Sonata, agarramos el toco y nos dirigimos cual rayo de Zeus hasta el Centro de Eventos Araucaria, ubicado en Padre las Casas hacia el interior por caminos que ni Frodo ubiese resistido recorrer. Fue en aquel lugar en que nos encontramos con algo que de entrada nos dio un golpe de nostalgia, un local, mucha gente, cervezas y mucho metal.
Lamentablemente nos perdimos a Alluring (“te lo perdiste pu wn” como nos dijeron cuando les sacamos una fotillo por ahí), Profanación Sepulcral y los que llegaban directos desde Napalm Death, Demoniac, para así llegar a la ante penúltima banda, tocaban Invincible Force, banda de Santiago que hacen un muy buen death/trash metal y que ya tenian a los bangers con el cuello más largo del que tenían al llegar. Fue una sección brutal que una vez finalizada permitió a l@s asistentes poder salir a refrescarse y echar alguno que otro humillo, oportunidad en la que también sirvió para poder encontrarnos con un cumpa capitalino y colaborativo de Sonata, el gato Nahuel Kutral, personaje de la escena y buen tipo, como la mayoría de los metaleros de corazón.
Llegaba el momento para un número esperado y con cartel de grande, la banda de la Región de Valparaíso, Acero Letal, que a la segunda canción ya tenían al local en sus manos. Tal como lo dijo JAG, guitarrista de la banda, “esta es la primera vez que al tercer tema queda la acgá” en un tono de sorpresa, y por eso les inyectó su buen Jack Daniel a los suertudos de la primera fila. De ahí en adelante vimos los mosh como en aquellos tiempos, de esos que se hacen con una sonrisa en la cara, tripas y corazón.
Acero Letal llegaban al Metal Reunión promocionando su último trabajo llamado “LEGIONES”, algo que tuvo una respuesta inmediata del público que pedía a gritos lo mejor de la banda, que con ese característico heavy metal de la vieja escuela casi desarman el local con lo mejor de su repertorio.
Llegaba el turno para los locales Cryptic, encargados de bajar el telón, algo que cumplieron a cabalidad con un golpe directo y brutal con lo que Metal Reunión finalizaba su tercera entrega, destacando la tremenda labor y empuje de uno que sabe de esto, Guido Quilaqueo y que con la colaboración de otro sabio en estas materias como lo es Gastón Lobo nos dieron una buena dosis de metal en, como dicen los ágiles de Octava Rock, algún lejano y desconocido lugar de Temuco/Padre.
Allí se escribía una nueva historia de actitud metalera, como en los viejos tiempos.
Pablo Chávez Bastidas