El músico argentino repasó gran parte de su carrera solista en una noche cargada a las emociones
No cabe dudas que la noche del 12 de octubre era una de las más esperadas dentro la amplia cartelera de espectáculos que en la actualidad, y gratamente decirlo, nos ofrece Temuco. Este era uno de aquellos que reúne a diferentes generaciones; a un público transversal, de esos que fueron a Rata Blanca en el mismo recinto meses antes y que irán a los que ya están programados para el 2025 en la capital de la Araucanía.
El reloj marcaba las 20:00 horas, y tras las labores de apertura que realizó un músico nacional se dejan escuchar los primeros acordes de ‘El día de la mujer mundial’, canción con la que arrancaba el viaje del cual nadie tendría intención de regresar al final del show. Comenzaba así su presentación en Temuco, como parte de la gira “Agenda 1999”.
El Gimnasio Olímpico una vez más se sometía a prueba con otro evento de alta categoría, sometiendo a un gran desafío al equipo técnico y de sonido, pero de eso hablaremos más adelante. Por lo pronto quedarnos con las distintas postales que dejaba el paso del ex Abuelos de la nada, que en cada movimiento sobre el escenario deslumbraba con una estela de extractos de historia, acompasadas en canciones como ‘Más duele’ ‘Cuando te conocí’ o ‘Eclipsado’.
Calamaro llegaba por primera vez a Temuco y ya había hecho lo suyo 350 kilómetros más al sur, allá en el gran Puerto Montt. Acá se plantaba orgulloso de sus músicos, aquellos forjadores de armonías, las que dejan fluir un caudal de sensaciones, conducidas por la solvencia vocal del maestro.
Saludaba a su público y presentaba a sus músicos poetas, tal como les señaló frente a miles de seguidores que llegaron al principal recinto deportivo universitario. Tras palabras y besos retoma con una de las esperadas de la noche, ‘Te quiero igual’, momento en que se comenzaban a evidenciar los primeros arrebatos de emoción en el público, el que no se iba a limitar a la hora de elevar manos y voces al son de las eternas de Calamaro.
Si bien muchos esperaban más de su etapa Rodríguez (aún esperan sentados ´Sin documentos´) el trasandino les brindó un especial regalo con ‘A los ojos’ para continuar con una playlist de éxitos tras éxitos ejecutados de manera categórica por músicos de primer nivel, tal como lo hicieron patente Brian Figueroa en la guitarra, Mariano Domínguez en el bajo, el italiano German Wiedemer en el piano, Andrés Litwin en la batería, y Julián Kanevsky en la guitarra, que a muchos hizo recordar a Giardino en su resiente paso por el mismo lugar.
‘Voy a dormir’, ‘No tan Buenos Aires’, ‘Cuando no estas’, ‘Crímenes Perfectos’, ‘Tuyo siempre’ y la sección de buen rock en ‘Alta suciedad’ sellaban poco a poco una noche solemne que tendría que tener su clímax con las clásicas y entrañables ‘Flaca’ y ‘Paloma’.
Eran casi 2 horas ya de un evento que resaltó el excelente trabajo en producción de AgenciaK10, que no hacía nada más que confirmar una labor 100% profesional y con sello propio.
Llegábamos al final de un viaje en el tren de la nostalgia, cuyos pasajeros se negaban a dejar sus vagones, muchos con el corazón lleno y otros que todavía le gritaban al sonidista “Sonidoo, saca el reveeeerb”, tipo que se dedicó a gritar toda la noche y que recibió también su merecido “Seguridaaad, saquen a este we@nn”. En fin, situaciones que le ponen un aderezo especial a la música en vivo, a nuestro espacio único en el que somos un “loco” más.
PABLO CHÁVEZ BASTIDAS
Fotos: Nacho Palma @nachoplop